1.La reminiscencia
Las ideas no se pueden percibir con los sentidos corporales, aunque vienen al pensamiento ante el estímulo de cosas que percibimos. De este hecho, Platón concluye que la razón las ha tenido que conocer antes. Para probar su teoría, el diálogo Menón recoge el interrogatorio al que Sócrates somete a un esclavo ignorante en matemáticas sobre la longitud que han de tener los dados de un cuadrado para que su área sea el doble que el de otro cuadrado. El esclavo, ignorante en matemáticas y sin comprender el problema, da la respuesta correcta gracias a las preguntas de Sócrates.
De este modo, Platón nos muestra cómo el conocimiento matemático no se deriva de la experiencia. Esta solo ofrece la ocasión para que el alma recuerde algo que ya ha existido en ella con anterioridad. Concluimos, pues, que el conocimiento matemático es un conocimiento innato, supratemporal y racionalmente válido. A partir de él, Platón extiende a todo el ámbito del conocimiento científico estas características.
Para explicar los conocimientos innatos, Platón recurre a la doctrina órfico-pitagórica sobre la inmortalidad del alma. Según esta teoría, las almas no son solo inmortales, sino también eern.as Esto significa que no solo continuarán existiendo después de la muerte del cuerpo, sino también que existen antes de su unión con él. Así, antes de que un niño nazca, ya existía su alma, es más, todas las almas han existido desde siempre en el mundo inteligible, o lo que es lo mismo, en el mundo de las ideas.
Ahora bien, las almas en el mundo inteligible han contemplado la verdadera realidad, la verdad en sí, la justicia en sí, el auténtico caballo, la auténtica silla, etc. Sin embargo, cuando las almas se unen a los cuerpos y viene a este mundo, es decir, al mundo sensible, olvidan lo que anteriormente han visto. No obstante, bajo el estímulo de la percepción, recuerda aquellas esencias olvidadas. Ese recuerdo hace nacer en el hombre el amor por las ideas- el Eros filosófico-, bajo cuyo impulso el alma puede elevarse de nuevo al conocimiento de la verdadera realidad.
Para Platón, por tanto, todo conocimiento es recuerdo(anámnesis) de las ideas o esencias de las cosas que nuestra alma ha contemplado durante su preexistencia en el mundo inteligible. La ignorancia no es, pues, otra cosa que el olvido de tales ideas.
2.Grados y niveles del conocimiento
Del mismo modo que Platón va más allá de la enseñanza de su maestro Sócrates al establecer que las ideas no son solo conceptos universales sino la realidad en sí, también supera la concepción del conocimiento que había propuesto Parménides. Este distinguió entre ciencia auténtica (episteme), que tiene por objeto el conocimiento del ser, y la simple opinión (doxa), que se refiere a las apariencias.
Frente a esta división, Platón introduce una importante innovación: otorga a la opinión, en el caso de ser correcta, cierta validez en la escala del conocimiento. Platón distingue, básicamente, dos niveles de conocimiento: el sensible y el inteligible. A su vez, dentro de cada uno de estos niveles, distingue dos grados, dando lugar a la siguiente clasificación:
*Conocimiento sensible. Es el que se refiere al mundo de las cosas naturales o mundo de las apariencias. Su rango es de segundo orden en relación con el conocimiento inteligible, pues al estar referido a objetos que cambian y varían nunca puede ofrecer una certeza científica firme, sino solo probabilidades. En otras palabras, cae bajo el ámbito de lo opinable. No obstante, se pueden señalar dos grados dentro de este ámbito: la conjetura y la creencia.
-Conjetura. Aquello que se limita al conocimiento de las simples apariencias, sin intentar descubrir tras ellas su auténtico sentido.
-Creencia. Aquello que tiene por objeto la comprensión ordenada de las cosas naturales y artificiales. Es decir, equivaldría a las ciencias y las artes, por ejemplo, la música, la astronomía, etc. Los objetos de estas ciencias se perciben por los sentidos. El de la música por el oído, el de la astronomía por los ojos, etc. Sin embargo, estos objetos, una vez ordenados y comprendidos por la razón, dan lugar a las ciencias de los objetos sensibles.
*Conocimiento inteligible. Es el que se refiere al mundo inteligible o mundo de las ideas. Como en el caso del mundo sensible, Platón también distingue dos grados: el razonamiento matemático y la dialéctica.
-Razonamiento matemático. Aquel que tiene por objeto la actividad racional, cuya finalidad son las relaciones entre los números, es decir, entre los entes matemáticos. En este sentido, cabe señalar que Platón concede un gran valor al estudio de las matemáticas como preparación y entrenamiento para la dialéctica.
-Dialéctica. También se denomina “ciencia suprema”. Su objeto consiste en el conocimiento de la auténtica realidad.
Además, según Platón, existen distintos grados de conocimiento. Por una parte, se encuentra el conocimiento del mundo sensible, que proviene de lo que vemos con nuestros sentidos y es el ámbito de la opinión. A través de él conocemos imágenes o sombras de las cosas, que no son más que puras conjeturas con las que las interpretamos y explicamos. Conocemos también los objetos materiales concretos, de los que tenemos solo creencia. Creencia y conjetura, por tanto, son formas de opinión.
Sin embargo, para Platón, el verdadero conocimiento solo tiene lugar cuando alcanzamos los objetos inteligibles, que son los que se captan con la razón y no con los sentidos. Pero también dentro de la razón hay que distinguir entre la razón discursiva y la razón intuitiva.
*Razón discursiva. Se ocupa de los objetos matemáticos, valiéndose de figuras imaginarias o reales de los objetos sensibles para llegar, a través de hipótesis, a los inteligibles. Es de lo que se ocupan la aritmética y la geometría. El conocimiento de las matemáticas es, pues, un conocimiento intermedio entre el mundo sensible y el mundo inteligible.
*Razón intuitiva. Constituye el grado máximo y más perfecto de conocimiento, pues consiste en contemplar las esencias de las cosas en sí mismas. Esta contemplación o ciencia perfecta es lo que, para Platón, proporciona la dialéctica, el método propio de la filosofía.
El objetivo del sabio debe consistir en superar los impedimentos de lo sensible, de lo material y de lo temporal para llegar al auténtico ser, a la auténtica realidad, lo que significa librarse de los límites del cuerpo y del no-ser del tiempo.
3.La dialéctica
Gracias a la dialéctica, el entendimiento llega al último límite del mundo inteligible, allí donde están las ideas, que es lo más elevado que el hombre puede alcanzar en esta vida. En un sentido general, la dialéctica tiene para Platón el mismo significado que para Sócrates, es decir, es el arte del diálogo. Sin embargo, Platón engloba bajo este término todo pensamiento discursivo en cuanto diálogo del alma consigo misma.
En el pensamiento platónico, la dialéctica consiste en un procedimiento propio del conocimiento racional. Se trata de una técnica o un método para descubrir la verdad suprema, la suprema realidad.
La dialéctica no es, sin embargo, un método deductivo como lo es el método que se emplea en el razonamiento matemático, a través del cual se deducen conclusiones implicadas en enunciados generales.
La dialéctica es un procedimiento de selección de las características que, en las cosas, pueden ser más adecuadas para determinar su verdad o su valor cuando se las juzgan a partir de sus modelos, las ideas.
El objetivo que persigue la dialéctica es posible porque las ideas del mundo inteligible están ordenadas jerárquicamente y presididas por la idea del Bien.
En el mundo de las ideas, la idea de Bien ocupa el lugar más elevado. Es la idea de las ideas, pues está por encima de todas y constituye la meta última de todo cuanto existe. Esto significa que el mundo de las ideas constituye un sistema ordenado y jerarquizado que la razón puede conocer mediante el método dialéctico.
De manera análoga como la luz del sol permite ver y distinguir las cosas en el mundo vivible, la idea de Bien permite conocer la verdad y alcanzar el conocimiento del mundo inteligible y, en último término, de todo tipo de realidad.
En consecuencia, la dialéctica, en un primer momento, consiste en un ascenso cognitivo desde el mundo sensible al mundo inteligible. Ahora bien, este proceso no basta, sino que, una vez que hemos llegado al mundo inteligible, es preciso continuar ascendiendo de idea en idea hasta la suprema idea, que es idea de Bien.
Para Platón, este ascenso cognitivo constituye, al mismo tiempo, un ascenso en el ser o, lo que es lo mismo, un ascenso ontológico porque el alma, durante esta ascensión, se perfecciona a sí misma.
(Diego Sánchez Meca y Juan José Abad Pascual. Historia de la filosofía. Bachillerato 2. Método@pruebas. Editorial Mc Graw Hill. Madrid 2009).