"La humanidad tiene medios para acabar con la pobreza"
"Feliz y juzgado o bien absuelto y miserable"
“No conocemos ninguna religión que no discrimine ... En ninguna de ellas a la mujer se le ha reconocido su libertad individual”
“Cuando se quiere la democracia, se quiere el feminismo”
"La nación tiene necesidad no sólo de lo que tenemos, sino también de lo que somos"
"Es mejor saber después de haber pensado y discutido que aceptar los saberes que nadie discute para no tener que pensar"
"Los hombres, aunque han de morir, no nacieron para morir, sino para innovar"
"Es dudoso que se pueda remediar esta lepra que nos mata sin antes suprimir los partidos políticos"
El cerebro destina aproximadamente el 25% de su actividad y más de 30 áreas distintas para la percepción visual. El cerebro visual no retrata la realidad como una máquina de fotos, sino que le otorga un significado a las imágenes (tanto en forma consciente como inconsciente). El ojo captura información incompleta del mundo externo a partir de una imagen que no es cien por cien fidedigna: retiene lo más importante y descarta los detalles más triviales. El cerebro es, en realidad, el órgano que le da sentido a esta información.
A lo largo de nuestra vida, nuestro cerebro se transforma de manera constante. La experiencia y el entorno modifican los circuitos neuronales y regulan la expresión de nuestros genes. Nuestro cerebro es fundamentalmente un órgano adaptativo. Se denomina “neuroplasticidad” a la capacidad del sistema nervioso para modificarse o adaptarse a los cambios. Este mecanismo permite a las neuronas reorganizarse al formar nuevas conexiones y ajustar sus actividades en respuesta a nuevas situaciones o a cambios en el entorno.
El amor es uno de los tópicos más elaborados por las obras artísticas. Diversas películas, novelas y poemarios están atravesados por grandes historias de amor. Asimismo, el amor es un elemento fundamental en la tradición mítica y en la historia social. Y, por supuesto, también constituye un interesante desafío para la neurobiología. Sobre la base de la investigación en la neurociencia social, podemos intentar definir el amor como un estado mental subjetivo que consiste en una combinación de emociones, de motivación (clave en el logro de metas y objetivos) y funciones cognitivas complejas. Hoy sabemos que el amor es, más que un sentimiento surgido de nuestro corazón, un proceso mental sofisticado. Suena romántico decir que “se ama con el corazón”, pero no es cierto. Como ya deberíamos saber, el cerebro dicta toda nuestra actividad mental; y el corazón es, más que el origen de nuestras emociones, la víctima.
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