La vida de I. Kant (1724-1804) coincide en gran parte con el movimiento ilustrado. Al mismo tiempo confluyen en su pensamiento las dos corrientes dominantes desde el siglo XVII: Empirismo y Racionalismo, a las que hay que sumar las teorías científicas de Newton.
La Ilustración que Kant conoce más directamente es la alemana, en la que el término “razón” tiene un sentido muy específico. En este contexto, siguiendo la tradición racionalista leibniziana, la razón más que como instrumento de análisis sirve para fundamentar los conceptos, la forma de aplicarlos y, en definitiva, el modo de conocer el mundo exterior. Se entiende que la razón tiene que examinarse a sí misma para encontrar su propia validez. Ésta será una de las tareas que se propone llevar a cabo Kant.
1.Racionalismo, empirismo, Kant
A caballo entre el Racionalismo y el Empirismo, Kant es un filósofo de la razón pero no es un racionalista. Se formó en la tradición racionalista de Leibniz, que conoció a través de los manuales de Wolff, y se sintió atraído por un sistema que aspiraba a estructurar los conocimientos humanos como si se tratara de elementos matemáticos. Pero el conocimiento de la obra de Hume le hizo cambiar de perspectiva. Su lectura interrumpió su “sueño dogmático” y dio una nueva dirección a sus investigaciones.
A lo largo de la filosofía y particularmente con el Racionalismo, la metafísica había construido las grandes ideas de Dios, alma y sustancia corpórea. Pero, ¿cómo demostrar la objetividad de esas ideas? ¿Qué correspondencia existe entre esos grandes constructos de la razón y la realidad? No le parecían suficientes las razones del Racionalismo, La cuestión capital seguí siendo, pues, cómo y en qué se fundamenta nuestro conocimiento, en especial nuestros conceptos.
Kant parece dar la razón al Empirismo al afirmar que “todos nuestros conocimientos comienzan con la experiencia. En el tiempo, pues, ninguno de nuestros conocimientos preceden a la experiencia y todos comienzan en ella”. Pero, criticando también esta posición empirista, añade: “pero si es verdad que todos nuestros conocimientos comienzan con la experiencia, no todos, sin embargo, proceden de ella”.
Kant supera con su Criticismo el antagonismo de las posiciones racionalistas y empiristas asimilando lo más positivo de cada una de ellas. Kant observa que la metafísica, considerada tradicionalmente como la reina de las ciencias, se encuentra en su época en desventaja frente al desarrollo que han alcanzado las demás ciencias, especialmente la física y la matemática.
Esta inferioridad de la metafísica puede deberse a su imposibilidad de existir como ciencia porque no puedan darse en ella las condiciones de otras ciencias, o a que se haya errado el camino por el que se constituye una ciencia en cuanto tal, es decir, por el que un conocimiento cobra el carácter de científico. Hay que analizar, por lo tanto, el camino que ha permitido el progreso de estas ciencias y, si es posible, aplicarlo a la metafísica.
Para Kant, siguiendo la tradición iniciada por Aristóteles, la ciencia ha de ser un conocimiento universal y necesario, y llega a la conclusión de que tanto la tradición racionalista como la empirista, desde sus supuestos filosóficos, no hacen posible la metafísica como ciencia.
Concede validez indispensable a la experiencia, sin renunciar a la necesidad y causalidad propias del verdadero conocimiento. Así, del Racionalismo mantiene la convicción de que en la mente hay algún tipo de contenidos que tienen un carácter universal y son anteriores a toda experiencia. Del Empirismo conserva el principio fundamental de que todo conocimiento parte de la experiencia, tal y como defiende también la ciencia de su época.
2.El criticismo kantiano
Según Kant, el problema fundamental de la filosofía es la averiguación de si la razón humana es capaz de conocer. Se pregunta cómo es posible que hasta entonces los filósofos no se hubieran cuestionado si la razón humana podía lanzarse a tal aventura. Piensa Kant que lo primero que debe hacerse es someter la razón a juicio o valoración, para saber si ésta tiene capacidad para resolver los problemas que acomete. El resultado de este propósito es un sistema filosófico articulado en torno al análisis de la razón humana.
Este sistema recibe el nombre de Criticismo y de Idealismo trascendental. El idealismo trascendental es la doctrina que afirma que el objeto de conocimiento es una síntesis entre los datos de la experiencia y las estructuras de nuestra mente que constituyen la forma de cualquier conocimiento. A diferencia del Idealismo absoluto, el Idealismo trascendental no defiende la idealidad de las cosas en sí mismas, sino sólo de los fenómenos, que son el resultado de la síntesis anterior. En el Idealismo trascendental, Kant hace hincapié en la dimensión activa del sujeto en el conocimiento. Su programa es muy ambicioso y aborda prácticamente todos los posibles ámbitos del saber y la preocupación humana.
El mismo Kant resumió su programa en tres preguntas: ¿Qué puedo conocer? ¿Qué debo hacer? ¿Qué me cabe esperar? y, a modo de resumen, ¿Qué es el hombre? El hombre es, pues, el sujeto de las cuestiones, por lo que la investigación kantiana tiene un claro carácter antropológico.
A la primera de estas preguntas responde Kant en su obra Crítica de la razón pura; a la segunda, en la Crítica de la razón práctica, y a la tercera en La religión dentro de los límites de la mera razón.
Los términos crítica, razón y pura tienen en Kant un significado específico. Con ellos expresa que la tarea que se impone tiene como base el análisis del órgano del conocimiento, la razón misma.
A esta razón la va a someter a crítica, en el sentido de establecer los límites de su capacidad; muchas veces, los errores se cometen por extralimitarse, por rebasar los límites del conocimiento. En segundo lugar, este estudio lo va a llevar a cabo examinando la razón pura, es decir, libre de cualquier dato extraño a ella, tal como es antes de cualquier contenido empírico, la razón en cuanto que no está aún contaminada por ningún aspecto proveniente de la sensación. Y en tercero y último lugar, esta tarea es llevada a cabo por la propia razón, que hace la crítica de ella misma.
(AA. VV. Paradigma 2. Historia de la Filosofía. Editorial Vicens Vives. Barcelona. 2003)