1.DE LA PRIMERA OLA.
Olympe de Gouges (1748-1793). Fue una dramaturga y activista francesa considerada pionera del feminismo moderno. Casada por obligación a los 16 años, tuvo un hijo y enviudó. En sus primeras obras se oponía al comercio de esclavos procedentes de las colonias francesas. También propuso una suerte de contrato parecido a lo que hoy sería la pareja de hecho con separación de bienes. En 1791 escribió la “Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana” como respuesta al conocido texto de la Revolución, “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”, ya que este dejaba fuera a las mujeres.
La persecución de De Gouges, a la que su cercanía a los planteamientos girondinos volvía sospechosa, y su posterior encarcelamiento y ejecución- guillotinada en pleno terror revolucionario-, zanjaba simbólicamente el fin de las aspiraciones feministas.
Mary Wollstonecraft (1759-1797). Un año después de la declaración de De Gouges, se publicó en Inglaterra Vindicación de derechos de la mujer (1792), una de las primeras obras con objetivos feministas. Se centra especialmente en el derecho a la educación para las mujeres que, según los revolucionarios franceses y muchos otros autores de la Ilustración (como, Jean Jacques Rousseau), debía limitarse al ámbito doméstico y en cómo, deliberadamente, se educa a las mujeres para ser frívolas y dependientes.
No habla explícitamente de igualdad entre hombres y mujeres en ámbitos políticos, pero sí del veto a la mujer a algunos derechos básicos. Por ello, no siempre es considerada una obra feminista moderna del todo, pero sin duda es una obra precursora.
Isabelle de Charrière (1740- 1805). Escritora relevante de la Ilustración que, oponiéndose a los autores más importantes del momento, como J.J. Rousseau, defendía la importancia de que las mujeres accedieran a la educación, así como que las diferencias entre hombres y mujeres nos e debían a la naturaleza de cada uno, sino a las desigualdades y discriminaciones sociales que determinaban el papel de cada cual en la sociedad. Consideraba que si un hombre es más capaz, más hábil o más inteligente en comparación con la mujer se debe a la educación que ha recibido para tal fin y que a la mujer se le ha vetado, puesto que ambos parten de las mismas habilidades naturales. Su obra más relevante a este respecto es Tres mujeres (1796), en la que unos gemelos, hombre y mujer, son educados de igual forma.
Anne- Josèphe Thèroigne de Méricourt (1762-1817). Durante la Revolución, fue cantante y activista por la defensa de los derechos de las mujeres. En agosto de 1789 se instaló en Versalles para seguir de cerca los trabajos de la Asamblea e informar al pueblo. Vestía como un hombre para que se le prestara más atención y se la denominó “la Amazona roja”. Pronto se dio cuenta de que la Revolución buscaba ampliar los derechos de los varones, pero no los de las mujeres.
La prensa de la época creó una imagen hiperbólica sobre su papel en la Revolución con el objetivo de ridiculizarla y disuadir a otras mujeres de participar activamente.
Junto a Charles-Gilbert Romme creó el Club de los Amigos de la Ley, pero lo abandonó porque no le dejaban participar por ser mujer. Fundó numerosos clubes patrióticos de mujeres.
Se le acusó de traicionar a los jacobinos por acercarse al movimiento de los girondinos y se le castigó siendo azotada en público por otras mujeres. Tras este duro revés, del que nunca se recuperó, se alejó de toda actividad pública. Acabó ingresada en un sanatorio hasta su muerte.
2. DE LA SEGUNDA OLA.
Lucretia Mott (1793-1880). Como otras muchas, llegó a la causa del sufragio femenino desde el abolicionismo (igual que no tenía que existir la esclavitud, las mujeres debían contar con derechos y autonomía respecto a sus maridos o familiares varones). Conoció a Elizabeth Cady Stanton en una conferencia abolicionista que se celebró en Londres, donde no les permitieron participar por ser mujeres, así que, juntas, organizaron la Convención de Seneca Falls.
Fue una gran oradora y ministra cuáquera y tomó conciencia de la desigualdad de la mujer en el ámbito laboral al descubrir que, en la escuela donde trabajaba, los hombre cobraban más del doble por el mismo trabajo.
Elizabeth Cady Stanton (1815-1902). Sufragista, abolicionista y pionera del movimiento por los derechos de las mujeres en Estados Unidos. Redactó la “Declaración de sentimientos” que presentaron en la Convención de Seneca Falls, la cual organizó. Se considera el momento fundador del movimiento en ese país.
Antes de centrarse en la causa por el voto femenino, fue una importante activista en contra de la esclavitud junto a su marido, Henry Brewster Stanton (uno de los fundadores del Partido Republicano). No se limitó a pedir el voto para las mujeres, también luchó por la ampliación y consecución de otros derechos, como los de propiedad, empleo, ingresos, divorcio, custodia de los hijos/as, etc. Tras la guerra de Secesión, se opuso a la ratificación de las enmiendas 14 y 15 que permitían votar a los hombres afroamericanos por no incluir también a las mujeres.
Además, fue editora y autora principal de La Biblia de la mujer, obra que revisaba los textos sagrados bajo el prisma feminista y que causó una gran controversia.
Susan B. Anthony (1820- 1906). Educada en una familia cuáquera, fue una activista estadounidense pionera en la lucha de los derechos de las mujeres y presidenta de la Asociación Nacional Americana por el Sufragio de la Mujer.
Como las demás sufragistas, se preocupó por acabar con la esclavitud, y participó en numerosos actos defendiendo la abstinencia de bebidas alcohólicas. De hecho, que no le permitieran hablar en una conferencia antialcohólica por ser mujer hizo que fundara una sociedad de mujeres antialcohólica, presidida por su amiga Stanton, y que se involucrara aún más en la lucha por los derechos de las mujeres.
Sojourner Truth (1797- 1883).
Abolicionista t activista por los derechos de las mujeres. Nació esclava y vivió como tal hasta que consiguió escapar con una de sus hijas (el resto de sus hijos fueron vendidos como esclavos) En 1828, cuando la esclavitud ya era ilegal, fue a juicio para pedir la liberación de uno de sus hijos. Era la primera vez que una mujer negra ganaba un juicio de estas características.
En 1851 asistió a la Convención de Derechos de las Mujeres en Akron (Ohio, Estados Unidos), donde dio su célebre discurso “¿Acaso no soy una mujer?”, denunciando la doble opresión, de raza y de género, que sufrían las mujeres negras. Además, mostró que las diferencias naturales que hacían que las mujeres se considerasen incapaces para determinados trabajos no eran tales, pues ella, como mujer esclava, podía trabajar como cualquier hombre.
Anne Knight (1786-1862). Cuáquera y antiabolicionista, participó en el movimiento político obrero popular que recibe el nombre de cartismo y se la considera una pionera feminista. Fue una de las mujeres, junto a Lucretia Mott y Elizabeth Cady Stanton, a las que no se les permitió participar en la Conferencia Antiesclavista de Londres en 1840. Este hecho motivó su lucha por los derechos de las mujeres, contradiciendo las convenciones victorianas. Es considerada la autora del primer panfleto feminista en 1847.
Barbara Bodichon (1827- 1891). Hija de un diputado whig del Parlamento y sobrina de Florence Nightingale- precursora de la enfermería moderna e importante estadística, que criticó la excesiva feminización de las mujeres que las condenaba a la dependencia económica y social-, fuer artista, pedagoga y activista en el movimiento de los derechos para la educación y el voto femenino en el Reino Unido.
En 1854 publicó Resumen Breve de las Leyes de Inglaterra relativas a las mujeres, de gran utilidad al aprobar cambios en la ley de la propiedad de las mujeres casadas. Junto a Emily W. Davies, presentó un plan para que las mujeres pudieran acceder a estudios universitarios y crearon un college en Cambridge, Girton College.
Emily Davison (1872- 1913). Estudió en Oxford cuando las mujeres todavía no recibían un certificado por sus estudios, pero finalmente obtuvo uno de la University of London. Perteneció a la Unión Social y Política de las Mujeres (WSPU) y, tras estar muchos años involucrada defendiendo la educación universal se centró en la causa del voto femenino. Fue arrestada en diversas ocasiones por obstrucción, lanzamiento de piedras en la Cámara de los Conunes o quemar buzones. Las sufragistas hacían huelgas de hambre al ser encarceladas, y las autoridades las liberaban antes de tiempo, pero, al generalizarse esta práctica, optaron por alimentarlas a la fuerza. Davison también pasó por eso. En una ocasión, se atrincheró en la celda para no permitir el paso de los oficiales y un guarda inundó la celda con agua casi por completo hasta que la puerta se rompió. Davison lo denunció y se le compensó con 40 chelines.
Se convirtió en una mártir de la causa cuando, en la carrera de caballos del Derby de Epsom, se lanzó e intentó detener el caballo del rey, Jorge V, aunque no está claro con qué objetivo. Murió pocos días después a causa de las heridas y contusiones. A la sociedad británica le pareció una gran falta de respeto hacia el rey y no se consiguió el efecto político que cabía esperar. A su funeral asistieron miles de personas.
Flora Tristán (1803-1844). Escritora francesa socialista y feminista, hija de un coronel peruano de la Armada española. Al fallecer este, su madre y ella no tuvieron derecho a herencia por considerarse ilegal ese matrimonio. A los 17 años la obligaron a casarse con el propietario de un taller en el que trabajaba. Tuvo tres hijos (uno falleció muy joven y su única hija fue la madre del pintor Paul Gaugin). El matrimonio fue una pesadilla (abusos, malos tratos e intento de asesinato). Tristán huyó con sus hijos, pero finalmente llegó al acuerdo de dejar a su hijo varón con su marido. Por huir de este y ser hija ilegítima, se convirtió en una paria, algo que asumió con orgullo utilizando el término en su obra Peregrinaciones de una paria. Viajó por Inglaterra y, tras ver las condiciones miserables en las que vivía la población obrera, escribió Unión obrera, donde defendía una organización proletaria de corte universal años antes de que Marx publicara el Manifiesto del Partido Comunista. Fue la primera autora en aunar feminismo y socialismo.
Clara Zetkin (1857-1933). Política comunista alemana y defensora de los derechos de las mujeres. Dirigió la revista La Igualdad, que llegó a tener una tirada de 100.000 ejemplares. Fue una de las fundadoras de la Internacional Socialista de Mujeres (ISM) y propuso la celebración del día de la mujer trabajadora. Además de las premisas marxistas, Zetkin defendió el derecho al voto de las mujeres y su incorporación al sistema de producción y, por tanto, al movimiento obrero.
Aleksándra Kolontái (1872-1952). Escritora comunista y revolucionaria bolchevique, se adelantó a su tiempo exigiendo una serie de derechos y medidas para las mujeres que volverían a retomarse en la década de 1970, como el amor libre, la igualdad salarial, la superación del amor romántico o una nueva sexualidad femenina.
La Revolución rusa de 1917 trajo grandes avances para las mujeres, como el sufragio femenino, el aborto libre, el mantenimiento de propiedad después del matrimonio y la simplificación de los trámites conducentes al divorcio. Fue la primera mujer del mundo en ocupar un cargo gubernamental equivalente a ministra, además de la primera mujer embajadora. Criticó al gobierno de Stalin por cancelar muchos de los avances igualitarios previos. Sus obras suponen una importante aportación teórica y práctica para el socialismo y la igualdad de la mujer. Creía que, igual que Marx hablaba de la llegada de un hombre nuevo, llegaría una nueva mujer.
Simone de Beauvoir( 1908-1986). Filósofa y escritora francesa, premio Goncourt por su novela Los mandarines (1954). De familia cristiana y burguesa venida a menos, fue una estudiante brillante que se rebeló muy temprano contra las creencias familiares. Cuando publicó El segundo sexo (1949), ya era una escritora reconocida. Ella no se consideraba feminista al escribir su obra; tiempo después, cambió de parecer. En este ensayo sienta las bases de los estudios sobre la mujer, analizando por primera vez su condición desde disciplinas dispares y con gran profundidad.
3. DE LA TERCERA OLA.
Betty Friedan (1921-2006). Era una psicóloga de notas brillantes y futuro prometedor que, al casarse y ver que la despedían de su trabajo como periodista por estar embrazada, analizó su experiencia y acabó escribiendo un libro que se convirtió en un best seller(vendió unos tres millones de ejemplares). Es la principal figura del feminismo liberal. La mística de la feminidad (1963) es un clásico del pensamiento feminista. Para Friedan, esta mística es lo que se considera esencialmente femenino, pues debe ser el ideal al que aspiren todas las mujeres. Se refiere a la imagen estereotipada de las revistas para mujeres, las películas y la publicidad. Intentar amoldarse a ese ideal irreal produce confusión y malestar, e incluso puede devenir en enfermedad. Ella lo llama “el malestar que no tiene nombre” porque hasta entonces nadie lo había abordado y es tan sutil y potente a la vez que es difícil de acotar.
Shulamith Firestone (1945-20212) es la autora de La Dialéctica del sexo. En defensa de la revolución feminista (1970). En esta obra elabora una teoría política feminista basada en el marxismo y en el psicoanálisis, con los textos de S. Freud y W. Reich, y en la obra y pensamiento de S. de Beauvoir, a quien dedica el libro. Desarrolla una explicación materialista de la historia marcada por el sexo y dibuja una sociedad ideal sin opresión. Presenta una reformulación del feminismo que se llamó radical en el sentido marxista, pues pretendía eliminar de raíz las causas de la opresión, principalmente la carga de la maternidad, y añadía que, además de la revolución de las clases sociales, faltaba una revolución de las clases sexuales en la que las mujeres tomasen el control de las funciones de reproducción.
Germaine Greer (1939) es una escritora y académica australiana. Su obra La mujer eunuco fue un superventas y se convirtió en un referente del feminismo radical no igualitario. En ella, realiza un extenso recorrido por la situación de opresión que sufren y han sufrido las mujeres desde un punto de vista histórico, cultural y literario.
Greer recurre a disciplinas como la historia, la literatura, la antropología o la sociología para constatar que la mujer nace libre, pero que las convenciones sociales y estructurales marcan su desarrollo hasta el punto de castrarla, como se hacía con los eunucos. Así, las mujeres, castradas sin ser plenamente conscientes, quedan en clara inferioridad respecto a los hombres en un sistema diseñado para los varones.
Gloria Steinem (1934). Periodista y activista estadounidense. Su artículo sobre la vida de las conejitas de Playboy, publicado en 1963, tuvo gran repercusión. Para escribirlo, buscó trabajo en un club de Nueva York y así vio de cerca la explotación laboral que sufrían las mujeres. Ponía en cuestión así que la revolución sexual tratara igual a hombres y mujeres. También tiene textos relevantes sobre el aborto y las trabas profesionales que se encuentran las mujeres para medrar en sus carreras.
Fundó varias revistas que trataban temas como la violencia doméstica o el tráfico sexual. También creó la Asamblea Política Nacional de Mujeres de Estados Unidos, que apoya y da formación a mujeres que desean dedicarse a la política, la judicatura, etc.
Luce Irigaray (1930). Autora belga, feminista, filósofa y lingüista, clave para el feminismo de la diferencia francés. Defiende la diferencia sexual según los valores femeninos, rechazando el falocentrismo de autores como J. Lacan (de quien fue discípula) y S. Freud.
En su obra más relevante para el feminismo teórico, Espéculo de la otra mujer (1974), promueve la necesidad de acabar con la idea del varón como neutro universal que incluye lo femenino.
(Nadia Khalil Tolosa. Feminismo para dummies.Grupo Planeta.Barcelona.2021)