Tomás Moro, uno de los máximos exponentes del humanismo renacentista, nació en 1478 en Londres, donde estudió y ejerció la abogacía. Alcanzó el cargo de canciller de Inglaterra, aunque fue ejecutado en 1535 por no aceptar que Enrique VIII fuera cabeza de la Iglesia en ese país.

Moro publicó la Utopía, obra que se inspiró en la República de Platón y que sirvió de modelo para las utopías que se escribieron posteriormente. El fondo de su relato alude a los defectos económicos, sociales y políticos de la Inglaterra de su tiempo y plantea la importancia de que el ser humano se libere de sus necesidades económicas para poder ejercitar la inteligencia.

En Utopía se denuncia implícitamente el empobrecimiento de los campesinos, que se veían obligados a mendigar o a robar porque los terratenientes sustituían las tierras de cultivo por pastos para las ovejas, que les proporcionaban mayores beneficios económicos.

Para mostrar cómo debería reformarse la sociedad, en Utopía se describe una isla imaginaria perfecta, que se organiza de la siguiente forma:

a) Es una sociedad que vive del cultivo de la tierra, que se divide en parcelas iguales. Quizá por influencia platónica, se señala que no existe la propiedad privada, de manera que los bienes se distribuyen según las necesidades. El oro y la plata carecen de valor, y se usan para fines despreciables, por ejemplo, para fabricar las cadenas de los prisioneros. Los agricultores trabajan en turnos de seis horas y dedican el tiempo restante a la lectura, al estudio de la filosofía, a las ciencias naturales y al ocio.

b) Desde el punto de vista social, no hay clases. Sin embargo, aquellos que están más dotados para las ciencias y las letras pueden quedar dispensados del trabajo manual: los demás habitantes de la isla deben cultivar la tierra y trabajar en otros oficios. A diferencia de la república platónica, el núcleo de la sociedad es la familia.

c)La isla está dividida en cincuenta y cuatro ciudades. Por cada treinta familias se nombra un magistrado o filarco y, por cada diez filarcos, un magistrado superior o protofilarco. Los protofilarcos eligen al príncipe de la isla, cuyo cargo es vitalicio.

d)Respecto a la religión, el Estado ha de ser tolerante con la forma de culto a Dios que cada uno elija, pero todos deben admitir la existencia de Dios, creador y providente, la inmortalidad de alma y los premios o castigos en la otra vida. Quienes no admitan la Providencia divina ni la inmortalidad del alma, no deben desempeñar cargos públicos.

(AA.VV. 2Historia de la Filosofía. Editorial Casals. Barcelona.2016)